
El rompecabezas del feminismo
Los que aprueban una opinión, la llaman opinión; pero los que la desaprueban la llaman herejía. "Leviatán" (1651), Thomas Hobbes
Antes de iniciar, debo recordar a todos ustedes que lo que vierto aquí es una opinión y un esfuerzo personal por construir el fundamento de un argumento que quizá tenga problemas de fondo, pero que tiene toda la intención de intentar, entre todos, encontrar la verdad.
En el presente texto, si bien critico algunas exageraciones del feminismo, a su vez quiero desmarcarme de discursos que van en sentido absolutamente misóginos como el del Temach y otros que sí cumplen con el epítome de machos hetero patriarcales.
Subrayo, mi mejor intención es que todas las mujeres se encuentren libres de violencia, que cuenten con espacios seguros y que accedan a todos los derechos que provee la Constitución y que el objetivo es analizar y criticar lo que considero se encuentra mal. Aún así, se que seré tergiversado.
Antecedentes primero.
Cuando, en el marco de la Revolución Francesa, Olympe de Gouges, en 1791, propuso la carta de los derechos de la mujer, buscaba manifestar la incongruencia de no haber incluido a las mujeres en la que fue la “carta de los derechos del hombre y del ciudadano”, desvelando así la urgencia de reconocer la participación de las mujeres en los procesos revolucionarios.
Gouges desató una polémica que nos alcanza hasta nuestros días, pues, por un lado, era enemiga de la esclavitud de los negros; por otro, propugnaba por el voto censitario, es decir, que solamente los ricos pudiesen votar. O bien, propuso que si las mujeres tenían el derecho de pasar por el cadalso, también deberían tener el derecho de pararse en la tribuna. Son ese tipo de acciones con las que sienta uno de los más importantes precedentes para desarrollar el movimiento feminista moderno, que alcanzaría pináculos siglos más tarde. Por cierto, Gouges tiene dentro de sus aspectos positivos el feminismo y la defensa de los africanos, pero como punto en contra, la expectativa de someter al pueblo a los designios, ya no de un rey, sino de los burgueses. Humana al fin y al cabo.
Una hipótesis del por qué se privilegió el machismo en las sociedades quizá tenga que ver con que en algún momento los espartanos, grandes guerreros, vencieron a los griegos. En una ocasión, los espías habían reportado que los griegos se peinaban el cabello entre sí, suponemos que en lugar de estar entrenando para la batalla. Esto, junto con otra cantidad importante de experiencias, seguramente derivó en evitar las acciones femeninas para garantizar la bravura de los guerreros. Es quizá por esto también que, en términos sociales, se satanizó todo aquello que tuviese visos femeninos. Habría un importante ejemplo de ello en el reinado de Federico II de Prusia.
Es muy posible que por estas, y otras muchas razones, que incluyen la tradición prehistórica de que las mujeres se quedasen a cuidar a los hijos, mientras que los hombres, y algunas pocas mujeres, salían a cazar al mamut, se estiló que el carácter predominante del hombre era la defensa de la mujer y de la tribu. Por tanto, este tenía que ser absolutamente fuerte, y la mujer tenía la posibilidad de ser débil. De aquí, seguramente se derivó la predominancia del hombre en el gobierno, el ejercicio de poder y el control social, relegando a la mujer a la casa y cuidado de los hijos. Esta situación tuvo un sentido importante y, a priori, supongo que no había demasiada queja por parte de las mujeres respecto de este sistema, pues las vicisitudes que tenían que enfrentar todos los días eran mucho mayores que esas delicadezas de estar cuestionando al sistema que, de momento, les permitía vivir a todos. El punto es que la supervivencia de algunos grupos humanos dependió en su momento de enaltecer las características de los varones. Se necesitó de ello para evitar ser exterminados o esclavizados.
Esto no siempre fue así, ya que al inicio de la revolución industrial, en esa transición en donde los monarcas le dieron “libertad“ a los campesinos para poder moverse y, en el proceso, los corrieron de las tierras obligándolos con ello a tener que aceptar trabajos indignantes, repetitivos o extenuantes, siempre con un salario absolutamente precario dentro de las industrias. Dado que cuando se trabajaba en el campo, todos tenían que participar en el cultivo de la tierra, se acostumbraba que las familias fuesen junto con todos los miembros a esta labor. Por tanto, en un principio, dentro de la transición feudal a la industrial, iban originalmente las mujeres junto con los hijos y los hombres a trabajar en la industria. Sin embargo, por alguna extraña razón, los niños terminaban adentro de las calderas de fundición, atrapados en los engranes, sofocados por vapores, aplastados por las máquinas, cayendo de grandes alturas y otra cantidad de barbaridades. Dado que no había ninguna forma de derechos en favor de los trabajadores, fueron estos, tanto hombres como mujeres, quienes tomaron la decisión de dejar en casa a las mujeres junto con los hijos, lo que permitía la supervivencia de estos.
Por cierto, recientemente tuve una discusión sobre este tema y se me ocurre proponer como una imagen didáctica el hacer la analogía de la verdad como un gran rompecabezas, donde el maniqueísta tomará una sola pieza de este y la presentará como la verdad indiscutible. Desde su punto de vista, tiene un pedazo que refleja con precisión la realidad, mientras que, para lograr construir la realidad más completa, uno va reuniendo las piezas adyacentes. Eventualmente se consigue un tramo que quizás sigue pareciendo el mismo color de piezas y que, sin embargo, reuniendo más segmentos armados, se alcanza a notar la unión o transición de un segmento con otro, y, eventualmente, se empieza a poder desvelar el cuadro completo o, cuando menos un cuadro que nos permita entender dónde están las piezas que faltan y poder intuir o predecir la forma y color de aquellas piezas que nos faltan. En resumen, la realidad no es la posesión de una sola pieza del rompecabezas, aún cuando sea efectivamente una parte indiscutible de esta.
Retomando lo de la época industrial, si revisamos, no es cierto ni que durante el feudalismo ni los inicios de la revolución industrial, el hombre obligase a la mujer a quedarse en casa o que hubiese un sistema macho hetero patriarcal, que buscase hacerlo de esa manera, sino que se puede entender mejor si nos damos cuenta de que en el fondo era parte del sistema económico. Sí, había y sigue habiendo, un sistema macho hetero patriarcal, sin embargo, es solamente una de las herramientas que utilizan los poderes fácticos para mantener en funcionamiento la entrada de sus ingresos, pero no parece explicar que se trate de una conspiración mundial entre los hombres para fastidiar a las mujeres, cuándo, tanto hombres como mujeres pobres son quienes resultan parte de la misma explotación. Esto es, en algunos aspectos, el enemigo está en otro lado.
Es en el contexto de la Ilustración, donde aparece la obra de “vindicación de los derechos de la mujer” de Mary Wollstonecraft, mamá por cierto de la súper célebre Mary B. Shelley, la autora de la novela de Frankenstein, y junto con otro grupo de mujeres, coordinadas o no, tanto inglesas como francesas, sentaron las bases de lo que sería, casi un siglo después, la segunda ola del feminismo.
Cuando, durante la revolución industrial, consecuencia de que, de todas formas, las mujeres tenían que trabajar, a veces solteras con hijos, a veces viudas, a veces incluso casadas, pero siempre con una escasez de dinero que impedía la supervivencia plena de los hijos, muchas mujeres exigían la posibilidad de salir temprano del trabajo, o bien salir durante unas horas o minutos para poder dar de comer a sus hijos y regresar al trabajo o bien, poder instalar guarderías dentro de las empresas, pero, el caso es que requerían ausentarse para dar un mínimo de cuidados y donde casi siempre se encontraron con una hostilidad brutal por parte del dueño de la empresa para todo este tipo de concesiones, lo que propició la segunda ola del feminismo y el movimiento sufragista. En términos prácticos, no podían forzar a que los congresistas hiciesen leyes en favor de su situación, dado que no tenían derecho al voto y, para efectos prácticos, no eran consideradas ciudadanas con derechos. Esta lucha tiene que ser enaltecida, pues abrió una amplia variedad de derechos para las y los trabajadores. Dicho sea de paso, todos los derechos, en favor de los trabajadores siempre fueron exigencias de los movimientos socialistas, anarquistas y de trabajadores, y casi nunca concesión por parte de los capitalistas, salvo quizá la pantomima que hicieron en la guerra fría para intentar hacer parecer que tenían mejores condiciones laborales los trabajadores norteamericanos que los soviéticos. No es casual que Rosa Luxemburgo, Flora Tristán, Clara Zetkin y otras mujeres fuesen las propulsoras de movimientos socialistas y de derechos para los trabajadores, tanto hombres y mujeres.
Hoy, por cierto, curiosamente, en forma contradictoria, hay muchas mujeres que son enemigas del feminismo socialista y el feminismo marxista, aún cuando hubiesen dado muchos beneficios al género y de hecho, en algunos casos, se busca tergiversar el materialismo histórico para construir un enemigo que no existe, cuando menos no en la forma teórica que proponen del patriarcado, para aquellas feministas de derecha, y después, negar la base marxista de esa misma teoría. Esto es, si indagamos nos vamos a encontrar con muchas contradicciones en la construcción de argumentos.
Es dentro de esta ola, todavía la segunda, en donde aparece un flagelo que seguimos viviendo hasta ahora, y es lo que denominamos feminismo radical, y el mismo que plantea que la raíz de la desigualdad social es el patriarcado y que el único objetivo del hombre es la opresión de la mujer.
Si bien, ya existían feministas radicales, estas toman nuevos bríos durante la segunda ola, y hoy, en medio de la tercera ola, nos traen ideas como el abolicionismo de la prostitución, de la pornografía, de la gestación subrogada y del género como concepto, por ejemplo; también asumen que todo acto sexual por definición, es una forma de violación, y que, por definición, todos los hombres somos violadores y los generadores de violencia de todo el mundo y otras cosas. Se propone, en muchos momentos, la falacia de que la mujer es por definición, buena, inocente y generosa, y que no cabe maldad de ninguna forma dentro de ella. Obviamente, si revisamos la realidad, aunque efectivamente haya muchas menos mujeres violentas que hombres, hay una falacia de generalización apresurada, y los sensato es observar la realidad que, a veces, nos otorgan las estadísticas. Éstos conceptos ya están produciendo problemas de fondo de los que hablaré un poco más adelante. Uno de los ejemplos más predominantes de esta tercera ola sería Andrea Dworkin quien propuso un discurso de odio y altamente apasionado en contra de los hombres.
El 15 de octubre de 1951, el "macho hetero patriarcal", Luis Ernesto Miramontes, inventa la píldora anticonceptiva, eliminando con ello la obligación de facto de las mujeres a embarazarse y atender hijos, dando con ello la oportunidad de que, al igual que los hombres, las mujeres pudiesen disfrutar de la plenitud sexual. Es hacia 1957, cuando la pareja Virginia Johnson y William Masters, están empujando una nueva visión de la sexualidad y desvelan, o más bien vuelven a desvelar lo que ya se había escuchado por ahí, que las mujeres eran capaces de tener orgasmos, de disfrutar la relación sexual e incluso tener una participación activa y controlada dentro del sexo. Esto es, científicos y académicos abrieron la puerta para que se diese la segunda ola del feminismo.
Vale la pena subrayar la importancia que tuvo la Segunda Guerra Mundial en el proceso, donde, a diferencia de la primera, en el caso de los Estados Unidos, no dio demasiado tiempo de hacer cambios de fondo.
En este periodo, en ausencia de los trabajadores hombres capacitados, que daban impulso a la industria, tuvieron que entrar muchas mujeres a hacer trabajos que se asumía, solamente podían hacer los hombres y, en un trabajo conjunto de género, se tuvieron que implementar herramientas y estrategias que permitiesen cubrir la diferencia de fuerza corporal, y es por ello que, hoy día, no es cierto que un trabajador vaya a levantar toneladas de peso por sí solo, sino que utiliza alguna maquinaria o herramienta para realizarlo, y por tanto, ya no es estrictamente necesario que sea una persona alta y corpulenta, cuando una máquina puede sustituir perfectamente la diferencia. Un poco como decía Napoleón: “las balas igualan en estatura a todos los hombres“. Esto es, por necesidad, fue demostrado que las mujeres podían hacer la gran mayoría de trabajos que antes eran realizados solamente por hombres, y con ello se abre una puerta para poder exigir más adelante la participación de estas, nuevamente en los trabajos, una vez que habían llegado los hombres de la guerra.
Rebecca Walker, en sus textos, es la que abre un primer parte aguas que pudiese indicarnos el inicio de la tercera ola, misma que ya adopta el concepto de la posverdad. Es decir, en lo que para mí es un desvío del constructivismo, ya que, concedo a cabalidad la importancia de deconstruir los conceptos para volver a hacerlos y adaptarlos a las necesidades del estudiante, en mi parecer se usa mucho últimamente la deconstrucción como una forma de tergiversar la realidad. Deconstruir para construir lo que me pegue en gana. Para términos prácticos, en este caso, me refiero a realidad como aquellos consensos que hacemos la sociedades para poder definir algo. Así por ejemplo, podemos definir el color, desde la física, como aquellas longitudes de onda que van de los 350 a los 780 nm de longitud de onda, hay pequeñas variantes en esa descripción, pero nos sirve para delimitar una realidad suficientemente palpable para todos, mientras que si de pronto alguien asume que, dado que el color es una longitud de onda, por tanto todas las longitudes de onda deben ser colores y, dado que toda la materia del universo tiene una forma de onda, por tanto, el color es una característica del todo y por lo tanto, todo el universo es una forma de color, definición para la cual me parece que no estaría ni tantito de acuerdo la comunidad científica. Esto último es una falacia de pendiente resbaladiza y de reductio ad absurdum que termina por no explicar nada y por meter al todo, en exactamente el mismo saco, lo que ya nos impide diferenciar una cosa de la otra.
Hablando de decontrucciones, hay quienes han propuesto la idea de que “la gravedad es un constructo social” y habría que explicarles que, independientemente de su idea de lo que es la gravedad, irremediablemente, caerán de un edificio, si se arriesgan, no importando que hayan cambiado los conceptos. Es decir, la realidad tiende ser contundente en ciertos aspectos.
De igual manera se deconstruyó, en algunos casos, el concepto de relación sexual, como una forma de violación y siempre en contra de la mujer, lo cual, a priori, es falso para la gran mayoría de la población, y que sin embargo, hace un despliegue de odio de algunas feministas radicales en contra de aquellas mujeres, que no acepten este nuevo concepto como parte de la “realidad“, ejerciendo de esta forma otra forma de opresión a las mujeres, pero esta ocasión viniendo desde las mismas mujeres, pero, echándole la culpa a los hombres, al patriarcado, saltando la libertad de cada ciudadano de creer en lo que sea que le dicte su conciencia, aunque no estemos de acuerdo y aunque los conceptos personales pudiesen estar equivocados. Esto es, hay en algunos resquicios sociales, un reclamo hacia aquellas mujeres que tengan novio de manera regular, que hayan decidido dedicarse a su casa y a sus hijos, en lugar de ejercer una profesión, o incluso a aquellas que no estén dispuestas a la destrucción de bienes inmuebles. Se les toma como una forma de traición a su género. En algunos casos, ya existen visos de un pensamiento totalitario; subrayo, sólo dentro de algunos grupos.
Existen por ahí videos de reuniones feministas, uno en específico de un grupo de mujeres norteamericanas donde están llegando al acuerdo de castrar a sus bebés varones, para evitar a toda costa que se conviertan en violadores, a mujeres españolas que proponen la creación de campos de concentración para hombres, a funcionarias inglesas, buscando legislar, para que los hombres tengamos toques de queda hasta las seis de la tarde (por cierto, Pinochet impuso en su toque de queda a las ocho de la noche para todos los ciudadanos), el caso de un padre de familia que lleva años en la cárcel por una denuncia falsa, de primera mano me tocó ver una escuela donde había adquirido el poder una mujer y tenían como consigna que nunca más debería haber un hombre en puestos de dirección en esa escuela, y podría plantear muchos casos más de extremos a los que se está llegando.
Otro ejemplo, varios de los integrantes del grupo Activismo Ateo se encuentran perfectamente convencidos de que no existen las mujeres violentas y que ningún hombre tiene derecho a la legítima defensa, que ningún hombre es golpeado por mujeres y que debe perseguirse, banearse y cancelar a todo aquel que se sospeche como enemigo del feminismo y otros valores, permitiéndose acusar de pederastia, de agresión sexual, de apologistas de la violencia a gente sin presentar evidencias de forma que exigen la condena y cancelación de gente como Thomas Hobbes, Maradona, Richard Dawkins, Álvaro Carrillo y otros muchos y se lanzan contra niños, autistas y cualquier grupo o evento que no acate su código moral a través de campañas de desprestigio, difamaciones, agresiones verbales y otras estratagemas y, por añadidura, cancelando cualquier posibilidad de diálogo. Es justo el tipo de acciones que pienso que hay que combatir en un ambiente civilizado.
La respuesta regular cuando se cintan eventos como los anteriores normalmente es que uno está aplicando el Cherry Picking, es decir, tomando sólo unos casos aislados, pero, por ejemplo, la violación equiparada no la consideran Cherry Picking, cuando se trata de generalizar a los hombres dentro de este rubro, por tanto, el pensamiento no es parejo. A priori, yo concedería que es cierto que si tomamos todos esos casos extremos, quizá representen un porcentaje increíblemente pequeño de la población de mujeres, pero cabría entonces, a esas feministas extremas en específico, calificarlas de “feminazis” y en lo personal, diría que a esas y sólo a esas, ya que, en el momento en el que se empiezan a ventilar propuestas xenofóbicas, genocentristas, asesinato de los opositores, dominio y expansión de los “territorios”, exterminio del “otro”, demonización del “enemigo” y otros factores, aún cuando no incluyan al nacionalismo como argumento, empiezan a parecer sospechosamente a ese grupo extremista que inició con un puñado de gente en el espacio de una cervecería. Esto es, no debemos igualar a todo el feminismo con el nazismo; eso sería absolutamente equivocado, pero sí debemos preocuparnos cuando cualquier ciudadano empiece a caminar en ese sentido e intentar convencerles de regresar a la sensatez.
Christine Delphy, una feminista, dice "Cuando una feminista es acusada de exagerada, es porque está en el camino correcto". Este tipo de declaraciones pueden ser positivas o altamente negativas. Si tomamos la declaración en cierto contexto habría razón, ya que, efectivamente, hay todo un sistema que se niega a ceder espacios a las mujeres y, esa exageración, buscaría abrir todos los espacios, y la percepción de exageración estaría del lado de quienes se oponen al avance de las mujeres. En ese caso, sería bueno "exagerar", pero, cuando se trata de castrar bebés para evitar que se hagan violadores una feminista radical tomaría la declaración de Delphy como licencia para matar.
Al respecto, ahí hay un meollo, una raíz, una ruta muy importante; una de las grandes conquistas de la Ilustración y de los movimientos socialistas y de la izquierda en general, a lo largo del mundo, ha sido la implementación del concepto de derechos humanos y de ciudadanía. Cada ciudadano, hombre o mujer, o los intermedios que ustedes quieran, es acreedor a una cantidad de derechos y carga consigo una cantidad de responsabilidades, de acuerdo como lo indique nuestro contrato social, es decir, nuestra constitución vigente; es decir, los ciudadanos nos pusimos de acuerdo en diferentes cosas, y, estos acuerdos quedan vertidos en las leyes y, en última instancia en la Constitución y, siempre que cumplamos con las obligaciones, por definición tenemos acceso a los derechos.
Cuando un grupo, en este caso al que quiero señalar, algunas de las feministas radicales, en el momento en el que niegan la posibilidad de que una mujer tome sus propias opiniones respecto de un tema, propende a una violación de los derechos de esa mujer en específico. Me ha tocado ver que se les aplica ostracismo, denostaciones, agresiones, verbales y físicas, todas estas provenientes de otras mujeres hacia aquella mujer que no demuestre la supuesta sororidad, convirtiéndose en algo más parecido a una mafia que cobra por la protección de esta misma mafia. Sugiero ver el caso de Macarena Gómez. De hecho, hay muchas declaraciones, donde se plantea que aquellas mujeres que no les den la razón a estos grupos feministas radicales, no están cediendo en sus convicciones por ser víctimas del patriarcado (cosa que sí, alcanzo a conceder en unos pocos casos), pero no pasan por la posible interpretación de que por convicción propia, no hayan pensado de esa manera. Un ejemplo de ello es Valentina Ortiz de Retes, youtuber argentina, quien no coincide con la mayoría de los preceptos feministas, y es atacada por varios grupos feministas por falta de sororidad. Por cierto, discrepo del pensamiento económico de Valentina aunque coincido con muchas de sus críticas, al feminismo.
Por cierto. Todo lo que vierto aquí, hay que tratarlo con pinzas, pues indudablemente me estoy metiendo en camisa de once varas, pues es altamente probable que cualquier cosa que se plantee sea tergiversada, máxime que no estoy sustentando a profundidad, las bases, contexto y sentido lo que estoy planteando, reitero, a profundidad. Solamente estoy escarbando un poco de la superficie del tema. Indudablemente me encuentro abierto a buscar aclarar la posición en cada uno de los puntos.
Un tema tan delicado, como éste es complejo ponerlo en la mesa, pues tiene miles o millones de aristas, hiere con facilidad muchas susceptibilidades y a veces no tenemos el suficiente lenguaje común, para que no se mal entienda lo que realmente se quiso decir.
Dado que es un tema que tiene mucha tela de donde cortar aporto algunas de las ideas que estoy convencido de que se encuentran equivocadas, a menos que aparezcan nuevas evidencias. Debido al espacio, no me puedo extender demasiado, así que propongo por encima, algunos de estos puntos:
1. No existe ya el techo de cristal. Intentando aclarar lo más breve que se pueda, tanto en México, como en otros países, las leyes ya no impiden el acceso a ninguna mujer a ningún cargo, tanto en el sector público como en el privado. Obviamente me dirán, y hay razón en ello, que sigue habiendo resquicios, sobre todo en las empresas privadas, en donde, nunca, bajo ninguna circunstancia, llegará una mujer a ciertos puestos y, si bien esto es cierto, la ley tampoco le puede impedir a un empresario, tomar las decisiones que este considere para poner a alguien en un puesto; en contraparte, de igual forma, una mujer emprendedora puede hacer su propio negocio y elegir, por ejemplo la contratación solamente de mujeres y la ley también le da este derecho. Un argumento que escuché recientemente, fue que “no es tan fácil“ y yo propongo, por supuesto, claro que no es fácil, pero no lo es ni para hombres, ni para mujeres obviamente. Esto es, de existir un techo de cristal, este aplica en el fondo para todos los trabajadores. Quizá el factor común sería la cualidad de pobreza. ¿Cuál sería la probabilidad de que el hombre que trabaja limpiando baños sea algún día director general? Si están de acuerdo conmigo, sería casi cero.
2. Tener sexo, a priori, no es una forma de violación. Este tema es muy delicado, pero, desde cierto punto de vista, puede ser muy delimitable: cuando la mujer haya accedido a tener una relación sexual, por definición no es violación. Aquí el problema radica en aquellos grupos de mujeres que esperan llevar a la ley, la penalización por cualquier acto sexual que haya tenido un hombre con una mujer y, no importando que la chica haya accedido y después se haya retractado, siempre pueda ser catalogada la acción como una forma de violación. En lo personal me parece que ver las cosas así nos aleja de atender los verdaderos problemas de agresión sexual en donde, deberíamos, entre todos, ayudar a meter a la cárcel, a esos delincuentes, y en lo posible evitar que vuelva a pasar nunca más. Uno de los flagelos terribles actuales es el movimiento me too que busca desaparecer la presunción de inocencia, la recopilación de evidencias e incluso el análisis de cada caso, lo que abriría con mucha facilidad una cacería de brujas innecesaria. Digo esta última palabra, pues los violadores, a diferencia de las parejas, usan el anonimato, la violencia y otras estratagemas, de manera que los únicos perjudicados serían mayoritariamente, hombres inocentes y ciudadanos de a pie. De aquí me parece, que podemos derivar un concepto que puede ser muy práctico, y que yo sugiero a todos mis alumnos, amigos y conocidos: no debe de tocarse, bajo casi ninguna circunstancia, a una mujer, en tanto no haya habido una autorización explícita y de preferencia con testigos, y evitar insistir en el acercamiento. Esto también tiene vericuetos.
3. No es cierto que toda la pornografía sea una apología del dominio del hombre en contra de la mujer. Para desmontar este argumento, por definición existe un porcentaje de pornografía gay que, de acuerdo con un estudio de SIDA STUDI, el 83.2% de los participantes de la muestra ha visto pornografía gay, de esos 73.3% era heterosexual y sólo 15.1%, homosexual y 11.6% restante entre bisexuales y otras orientaciones. 41% de los participantes, independientemente de su orientación presentaron excitación sexual y sólo un 16% sintió alguna forma de malestar, y es posible que este último dato calce con el de la población homófoba; es decir, quizá aquí sí, los delimitados como macho hetero patriarcales. De acuerdo con el Inegi, el 26.5% de la población se identifica como gay u homosexual y, lo que quiero plantear con todo esto, es que existe un porcentaje, que puede estar entre el 10 y el 25%, quizá más, dependiendo de la medición, de videos con relaciones sexuales entre hombres y donde no participan mujeres y, por definición, no puede haber alguna forma de violencia en contra de las mujeres (ya sería mucho cinismo que quieran, reclamar que sí es una forma de violencia, por no haberle dado trabajo a las mujeres en estas películas), por lo tanto, no toda la pornografía, a priori, busca denigrar a la mujer. Por otro lado, tendrían que demostrar algún porcentaje de entrevistas o declaraciones de actrices porno que consideren ser vejadas por la industria, en donde no dudo ni un segundo que si haya abusos, mismos que, por otro lado, también se pueden dar en otras ramas industriales y empresariales, y, en todos los casos debemos ser minuciosos y perseguir legalmente a toda forma de abuso en contra de mujeres, niños, adultos mayores e incluso hombres. Sin embargo, un discurso muy habitual es que : “absolutamente toda la pornografía, va en contra de las mujeres” o “ todas las representaciones en video que se ven, son una forma de violación“ y, yo reiteraría, si una mujer accedió a través de un contrato a realizar este tipo de escenas, en lo personal, ya no considero que exista ninguna forma de violación, y de hecho, en lo personal veo más formas de violación cuando mujeres capacitadas reciben salarios ínfimos en muchos otros ámbitos laborales. Quizá la discusión de fondo es que se aplique correctamente la ley en todo el ámbito laboral.
4. No es cierto que todos los hombres sean violadores en potencia. Esta falacia se salta el hecho de que entonces absolutamente todos los seres humanos somos violadores en potencia, incluyendo a las mujeres. Si están de acuerdo conmigo, la justicia no puede encarcelar a alguien porque potencialmente podría cometer un delito. Puedo estar perfectamente de acuerdo con que no se hacen todas las denuncias, y de hecho, me sumaría a que todos los segmentos sociales insten a todas las mujeres, niños, adultos mayores e incluso hombres, a que se denuncie cualquier forma de abuso, y que, todos los casos sean atendidos en lo posible con profesionalismo y empatía. De acuerdo a la estadística del 2015 del Inegi, por abuso sexual se sentenció a 75 hombres y 23 mujeres, por hostigamiento sexual a 76 hombres y 21 mujeres, por violación simple a 80 hombres y 18 mujeres, por violación equiparada a 88 hombres y 8 mujeres y por acoso sexual a 90 hombres y 7 mujeres. Si sumamos todas las formas de agresión mencionadas de los hombres, asumiendo que hubieran sido personas diferentes (ya que pueden ser en algunos casos la misma persona con diferentes delitos imputados), nos darían 409 sentenciados. Me atreveré a suponer que el dato de ese año corresponda al 5% de sentencias que sí existieron, por tanto hubo 95% de sentencias en proceso o desestimadas. Asumamos entonces como probabilidad la de 7,771, agresores, supongamos que en potencia; si tomamos el dato de 62.5 millones de hombres (48.3% de la población total del país, misma, que incluiría a niños y adultos de la tercera edad) esto nos daría que el porcentaje de hombres agresores sería del 0.012%. Incluso multiplicándolo por 100, no representaría sino al 1.2% de la población como posibles agresores sexuales y nos indicaría que el 98.8% de los hombres no son agresores sexuales. Por tanto estaríamos hablando de una falacia de generalización apresurada. Por otro lado, no dudo que una parte importante de la población femenina haya sido en algún punto de su vida, acosada o agredida sexualmente por parte de algún hombre, pero, hay casos donde era uno o un grupo de hombres, pongo un ejemplo, en una escuela de cientos de alumnos, los que se encargaban de acosar al 99% de las mujeres era sólo un pequeño grupo de hombres (esta es mi apreciación sobre un solo caso) o bien, también tenemos casos de hombres que no tienen la sensibilidad para saber cómo acercarse y comunicarse con una mujer, que terminan siendo percibidos como acosadores cuando, posiblemente, sean absolutamente incapaces de agredir a nadie. Existe, por ejemplo, un grupo de encuestas de ONU mujeres en donde o bien se tergiversa o existen errores de apreciación. Existen datos, por ejemplo, que indican “le tocaron el cuerpo sin su consentimiento“ y responde que sí un, 25.1%, que lo ha sido por lo menos vez en su vida, y cuando se hace la pregunta “le miraron morbosamente el cuerpo" 81.7%, indica que sí, cuando menos una vez en la vida y en algunos análisis, algunas feministas asumen que por tanto 81.7% son (como si lo estuviesen siendo en este momento) agredidas sexualmente y se pierden los detalles de las verdaderas agresiones, a lo largo del último año, pues se suman, a veces, las de toda la vida. Me tocó ver un caso donde la interpretación es que 98% de las mujeres han sido agredidas sexualmente y supongo que la expectativa de quién escribía, era la de alertarnos a todos respecto de algo increíblemente grave, pero que, parten de falacias del tipo: “te miraron feo, alguna vez en tu vida, por tanto, es equiparable a que te hayan violado” y esta es una perspectiva, no sólo injusta, sino de mala fe para quienes sí han sido víctimas de violación. Esto es, hay que revisar las estadísticas profundamente, en forma seria, por gente que entienda de estadística, a fin de que se tomen decisiones de estado e implementarlo en las leyes, reglamentos, políticas, normas, procedimientos y lo que haga falta, con tal de que aseguremos en todo lo posible que nunca más nadie sea víctima de agresión sexual. Con toda seguridad nos falta toda la vida para alcanzar esto, pero no podemos empezar tergiversando los datos. Yo mismo es posible que me haya equivocado en alguna interpretación y, en todos los casos, los sensato es que entre todos vayamos discerniendo la información para abonar en ese resultado.
Parte del problema es que, con toda seguridad, hay foros en donde es imposible hablar al respecto pues resulta que, si uno es hombre, está impedido de opinar pues "sólo las mujeres entienden". Esto último es una falacia, pues es tanto como decir que, dado que yo no estuve ni en Hiroshima ni en Nagasaki, no puedo opinar como ciudadano sobre los peligros de las bombas atómicas. Concedo a cabalidad que las visiones pueden ser diferentes, pero es necesario que participemos entre todos, sobre todo cuando se trata de verter los acuerdos en las leyes.
Se convierte también en una imposibilidad pues hay grupos feministas que simple y llanamente ya no le entran a la discusión de nada pues han llegado previamente a la conclusión de que el hombre es el enemigo y no hay forma, desde su perspectiva, de que salga un argumento racional de un macho hetero patriarcal.
Hay que ser tan claros como se pueda: indudablemente, entre todos, tenemos que plantearnos la meta y avanzar sistemáticamente hacia ella, de llegar al 0% de asesinatos de mujeres, añado, en todo lo posible, también llegar a ese 0% con los asesinatos de niños, adultos mayores e incluso hombres. Esa sería la base de un mundo absolutamente civilizado.
Se entiende a cabalidad el enojo y rencor, que genera el hecho de darse cuenta de que durante siglos y hasta milenios, la mujer ha sufrido de abusos y falta de igualdad ante la ley, y ha sido sometida por instituciones como la iglesia, el Estado, el patriarcado, el ejército, la sociedad civil, y otras tantas y, con toda seguridad, hay que dar marcha atrás en el espíritu de dominación que sigue persistiendo en mucha gente y muchas instituciones. El problema radica en aquellas propuestas que buscan como balance el dominio de los próximos milenios de las mujeres sobre los hombres. Como analogía, propongo que, así como nos interesa abolir absolutamente la esclavitud, resultaría ilógico, empezar por esclavizar a los blancos para compensar a los oprimidos. Se trata de no caer en círculos viciosos.
El camino del feminismo debe ser la democracia y las instituciones, el parlamento, es decir, el diálogo y el consenso para verter nuestros deseos de civilidad en leyes que nos protejan a todos.
Debemos alejarnos del concepto de cacería de brujas y propender a dejar libres a las sospechosas de brujería en lugar de abrir la posibilidad de quemar inocentes.
Nos vemos en el siguiente punto geométrico.
Es cuanto.
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Un hombre en la bolsa de valores toma una decisión de compra de acciones y se gana en 15 minutos cientos o millones de pesos, otro hombre se levanta desde las 4:00 a.m. trabaja 8 horas en una fábrica (más los requerimientos “de última hora” del patrón), viaja varias horas en el transporte público… ¡¿Pero el huevón es el obrero?! La derecha dirá que el de la bolsa de valores tuvo que quemarse las pestañas, lo cual también tiende a ser falso, no porque no haya financieros que no hayan estudiado, sino que, exactamente como se plantea en “El lobo de Wall Street”, la verdad es que no tienen idea de qué pasará con los mercados. Esto es, entre el ambiente financiero, hay huevones y hay trabajadores, pero del lado de los obreros, todos tienen que trabajar hasta el cansancio.
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Leer más: De la fascista Gloria Álvarez y su video anticomunista.
Con la caída de Constantinopla, cae a su vez la Edad Media, denominada por los Ilustrados “Oscurantismo” (dado que no se realizó ningún conocimiento científico relevante en cerca de mil años y, en contraparte, el fanatismo predominó en su máximo “esplendor”).
Con esta caída, el comercio se dinamiza desde Italia (no existía Italia como tal), a través de las ciudades de Venecia, Génova, Milán, Nápoles y otras, obteniendo los comerciantes jugosas ganancias en el proceso. Tanto, que llegaron en múltiples ocasiones a tener más dinero incluso que los reyes de las periferias o el propio, quienes obtenían su dinero a través de la agricultura de sus tierras y una incipiente industria de talleres.
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Leer más: Porqué el capitalismo es un concepto de izquierda.
Este es un caso de un libro que leí siendo estudiante y, la verdad es que no tomé la precaución de anotar o recordar la bibliografía, sin embargo, en cuanto la halle, la comparto inmediatamente; es por ello que no todos los datos son correctos de momento.
Resulta que en la Francia prerevolucionaria, un buen día, los marineros de Marsella se encontraron conque, labrando la concha nácar, se obtenían botones de mucho más calidad y belleza que los regulares. Eran mucho más vistosos y de más duración que los que se realizaban con madera, ya que estos últimos se partían en dos al primer pretexto.
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Respecto de la contienda entre la gente de provincia y los capitalinos sobre si la quesadilla debe llevar queso o no, estoy bastante seguro que existe más bien un sentido discriminatorio subyacente hacia los capitalinos (chilangos) detrás del reclamo de la palabra quesadilla, ya que todos los usuarios del idioma usamos la forma etimológica de “cambio semántico” y nadie está demasiado preocupado por ello en el resto del mundo.
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Otra situación que me hace mucho ruido intelectual, es que, de todos aquellos que lanzan mierda a AMLO, no he escuchado los discursos de porqué SU candidato es mejor opción que AMLO. Esto es, ¿Porqué en lugar de hablar bien de su candidato o su partido, están más enfrascados en echar mierda? Contribuyendo con ello a un clima político... ¡De mierda casualmente!
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Soy un convencido de que esta fulana, Gloria Álvarez, es una expresión completa del fascismo y una enemiga pública sofista que ha logrado confundir a más de uno.
Más allá de conspiraciones mundiales de la oligarquía (esto es debo evitar sonar como conspiranoico), si hacemos una revisión pormenorizada, encontraremos que la gran mayoría de los medios masivos de comunicación, son promotores del neoliberalismo (harían mal si no apoyasen a quien les da la oportunidad de continuar siendo parte del oligopolio económico) y por tanto hablarán mal de cualquier política o movimiento que busque quitarles poder.
Ella es un instrumento (financiado) de este tipo de oligarquías fascistas. El discurso de se encuentra tan plagado de sofismas que requiere de mucho texto para buscar desmentirla.
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Como la gran mayoría de ustedes sabe, en términos prácticos, soy un ateo consumado.
Aquellos que tengan creencias de tipo fanático, se apresurarán a decir que soy apóstata, hereje y otros epítetos, en algunos casos queriendo regresarme a la supuesta verdad de la religión y en otros buscando extirparme de esta sociedad (A veces en forma violenta, a veces a través del ostracismo).
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Estoy revisando la página de Wikipedia respecto de la escala de Richter.
Ahí se comparan las cantidades de megatones de TNT que deben usarse para liberar la cantidad de energía que propiciaría ciertos terremotos e incluyen Los datos de la energía liberada por bombas nucleares de Corea del Norte y la Unión Soviética.
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Todo un problema definir, o intentar definir, de dónde a dónde va el arte.
Avelina Lésper, crítica de arte, en una de sus entrevistas (de hecho en varias), ataca de manera frontal a lo que ella llama “estilo” y no “arte” contemporáneo, subrayando la incongruencia terrible en la que se ha caído con la monopolización del arte, su corrupción y formas de comercializarla.
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